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El éxtasis del dolor: Hasta que tu muerte nos separe. romance Capítulo 4

Harper recorría las calles de Manhattan tratando de no llamar la atención, pero con un vestido de novia era casi imposible. Decidió esperar en un callejón.

Debía calmarse. Le disparó a un mafioso… ¡a su propio marido mafioso!

Tal vez debía sentir culpa, pero fue tan gratificante.

Le dijeron que no sentía dolor al ser herido, pero eso no fue lo que presenció. No importaba, se lo merecía.

—¿Tienes frío, niña? —preguntó de repente un hombre mayor. Ella se sobresaltó y se puso a la defensiva. El hombre puso las manos al frente. —No te asustes, sólo quería ofrecerte un abrigo y que te acerques a la fogata.

No quería que le apuntara.

—¿Te perdiste? —mantuvo su distancia.

—No… —Sí debía ser la respuesta, pero tuvo vergüenza de admitir que no conocía la ciudad. —Sólo tengo que quitarme esto.

Se arrancó el velo mientras observaba el callejón. Era un buen sitio para esconderse, al menos hasta que su mente volviera a funcionar. Aceptó el abrigo levemente sucio del vagabundo y decidió acompañarlo, aunque sin confiar del todo.

En el hospital, no lograban explicarse lo que sucedió. Mateo vio cómo la aguja entró en su brazo y la sensación fue extraña, no dolorosa. La herida fue suturada, intentó causarse dolor por sí mismo y no sucedió nada.

—¿Las balas tenían algo? —Gálata debía saber todo para entender su caso o al menos encontrar una respuesta.

—Fue con mi arma —Mateo seguía con la incógnita. Horas habían pasado y la noche ya estaba por caer, además de las llamadas de Braden, ahora tenía preguntas que nadie sabía responder. Todo era una pérdida de tiempo. —¿Cómo es posible? ¿Debería serlo?

—Como hemos dicho, tu caso es extremadamente especial —odiaba esa palabra, aunque no lo dijeran con mala intención. Lo hacían sentir cómo una rareza. —Tenemos que hacer más pruebas.

—Ya se hicieron demasiadas —se arrancó la intravenosa. —La respuesta no va a cambiar y tu evaluación no dará un resultado diferente al de otros médicos.

—Mateo, cálmate —dijo la mujer con bata. —Lo que experimentaste fue…

—No voy a saber lo que ocurrió realmente, pero sí sé quién lo hizo y le pienso devolver el favor —cerró la camisa y acomodó las mangas antes de salir de la habitación del hospital.

Anthony lo interceptó en el pasillo, pero tampoco le daría explicaciones de algo que no entendía. Solo le pidió no alertar a todo el mundo. No había muerto, no debía escandalizar a nadie.

Le pidió a Hermes enviar la orden de buscar a la culpable por toda la ciudad. Todos pedían una descripción para al menos darse una idea.

—Una demente con vestido de novia —fue lo único que contestó el mafioso subiendo al vehículo que se puso en marcha segundos después.

Harper mantenía poca distancia del barril donde se quemaba basura, usando su calor para mantenerse caliente. El vagabundo le extendió una banana y ella la aceptó con manos temblorosas. Tenía mucha hambre.

Capítulo 4. 1

Capítulo 4. 2

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