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El Rey Lycan y su Oscura Tentación romance Capítulo 100

VALERIA

— ¿Quién… quién eres? – me levanté enseguida un poco tambaleante.

La verdad no tenía miedo de esta pequeña anciana que a penas me llegaba por el pecho, pero de dónde salió repentinamente.

— Ven, ven, no te asustes, sabes que no te voy a hacer daño, acuéstate en la cama, el suelo está muy frío, te puedes resfriar – me dijo, empujándome hacia la enorme cama, abriendo el edredón para mí y luego cobijándome dulcemente.

Me sentía una niña pequeña y veo su espalda alejarse para meter más troncos en la chimenea que calentaba la fría habitación.

Algo en ella, en su aura, hacía que me dieran ganas de llorar, recordé las palabras que leí en el último altar.

¿Sería ella la que me llamaba pequeño cuervo?

— Soy yo – me respondió, girándose al fin y sonriendo, regresó a la cama y subió, sentándose a mi lado.

— ¿Eres mi nana? ¿Por qué sabes mi nombre y me dices princesa? ¿Por qué me llamas pequeño cuervo? – tantas preguntas que le hago una tras otra.

— Sí, se puede decir que soy tu nana, fui la persona que te salvó de la muerte y te mantuvo con vida, sanándote poco a poco, hasta que estuve segura de que pudieras sobrevivir – me responde suspirando, sus manos arrugadas sostienen las mías y apretándolas.

— Valeria, escúchame muy bien lo que te diré a continuación y por favor, cree en mí, esa es tu mejor posibilidad para sobrevivir y recuperar tu lugar en el mundo.

«Eres Valeria Von Carstein, hija de la Reina Gabrielle, la Piadosa, monarca del Reino Oscuro y ambas descendientes de Juno y herederas del linaje de las Selenias.

La tarea principal de las Selenias a través del tiempo siempre ha sido solo una, vigilar y mantener cerrada la Puerta Lunar, que es el acceso a la prisión de Umbros, el Rey de los Espectros.

No se sabe cada cuánto tiempo ocurre, pero los sellos y seguros de la puerta comienzan a debilitarse y una Selenia debe volver a reforzarlos.

Algunas nunca tuvieron que enfrentarse a eso, pero lamentablemente, cuando tu madre casi te iba a dar a luz, la Diosa le avisó en sueños que debía fortalecer la magia de la puerta.

La persona en quien más confiaba era en su General y mano derecha, el actual Rey Vampiro, así que dio a luz a su tesoro y te dejó en sus manos, bajo la promesa de que él dirigiría el Reino y te cuidaría hasta tu mayoría de edad, para luego convertirse nuevamente en tu General».

— ¿Por qué no te dejó a ti cuidándome? ¿Y mi padre? – le pregunto sin imaginar cómo mi madre pudo confiarme a ese desgraciado infame vampiro.

— Tu padre murió y en realidad, ella también me dejó a mí cuidándote Valeria, durmiendo secretamente en tu interior, ni siquiera se lo dijo al Rey Vampiro, lo hizo como precaución, nunca imaginó que realmente me tendrías que utilizar – me responde y cada vez entiendo menos.

«El Rey Vampiro no siempre estuvo corrupto por el poder, antes era un joven tan soleado y bueno, en qué momento la semilla del mal germinó en su corazón. Fue demasiado engañoso y astuto, ni siquiera Gabrielle pudo descubrir sus verdaderas intenciones.

En cuanto ella te dio a luz, prácticamente ni pudo pasar tiempo contigo, sacó gran parte de su sangre y se la dejó a él para que te nutriera, las Selenias necesitan de la fortaleza de su madre cuando van creciendo para desarrollar bien sus poderes.

Él se robó la sangre de Gabrielle y la utilizó para su beneficio, te llevó al acantilado sin fondo en los confines de las Montañas Prohibidas y clavó un puñal envenenado en tu pequeño pecho para luego arrojarte» – bajó la cabeza y vi algunas lágrimas rodar por sus ojos.

«Yo lo vi todo, presencié su odio y su traición, me dolió tanto, entonces me desperté por completo y tomé mi forma corpórea fuera de tu cuerpecito.

Te alcé con mis alas antes de que llegaras al fondo, nos ocultamos en la niebla y escapé contigo agonizando en mis manos.

Me llevó siglos nutrirte poco a poco con mi magia en una cabaña oculta en el bosque.

Día a día impidiendo que murieras, rodeada de mi fuerza vital, a veces creí que no lograría sacar todo ese veneno de tus venas, sentía que te ibas apagando.

Pero lo logré, aunque gasté toda mi energía te salvé, solo que ya no pude protegerte más, estaba casi agotada y mi magia a punto de extinguirse.

Mantuviste tu forma de bebé, suspendida en el tiempo sin crecer, pero ahora que regresabas a la vida, yo, no podía cuidarte, así que decidí que a pesar de los riesgos, te sacaría de este Reino.

No poseías casi poder, no pudiste nutrirte con la sangre de tu madre, el veneno afectó tu desarrollo, serías como una mujer omega débil, lo sabía, pero podías tener una posibilidad de sobrevivir con los lobos».

— Tú, ¿fuiste la que me dejaste en ese Altar del bosque donde mis padres adoptivos me encontraron? – ella asintió y luego suspiró.

— Durante el tiempo que pasé recuperando mi magia enviaba en ocasiones mis emisarios cuervos a vigilarte, a ayudarte cuando podía, sé lo mucho que sufriste mi princesa, mi niña amada que pensábamos criar en la palma de la mano, siendo humillada de esa manera – llevó sus manos al rostro con pesar e intentó recomponerse al cabo de unos segundos.

— En cuanto me recuperé comencé a tramar tu regreso, me hice pasar por una bruja adivina y le hablé al Rey Vampiro de ti, sabía que podías leer los altares, donde él malgastaba la sangre de tu madre para descifrarlos.

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