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El Rey Lycan y su Oscura Tentación romance Capítulo 103

VALERIA

El mar era algo mucho más extraordinario de lo que imaginaba.

Criada siempre sin salir de las manadas, dentro del Reino de los Hombres Lobos, nunca tendría acceso a esta vista interminable de agua que se fundía en el horizonte con la oscuridad del cielo.

La luna brillaba sobre nuestras cabezas, mientras el viento y la magia impulsaban las velas hacia el sitio que el artefacto había marcado en el mapa que trajo el Rey Vampiro.

Me coloqué un chal por encima de los hombros y salí al pequeñito balcón de mi camarote.

No era el mejor, pero tampoco estaba mal, una camita contra una esquina, con una mesita redonda y una silla para tomar cualquier alimento.

Lo que más me gustó era la privacidad y este pequeño balcón que daba a la popa del barco y donde me encontraba de pie observando a las estrellas.

Cada camarote, cada tabla, cada clavo, el roce de las olas en el casco, todo lo podía sentir, esta embarcación avanzaba bajo mi voluntad y si no lo deseaba, nadie la hubiese movido de su sitio, al menos que fuese otra Selenia.

Celine y Quinn, habían sido puestos en una habitación recluida, dentro de la zona de los vigilantes, pero estaban bien y en una pieza.

De repente el collar comenzó a vibrar y calentarse, una bruma negra cubrió mis ojos y al siguiente instante el graznido de un cuervo se escuchó.

— Nana, ¿ya puedes salir? – enseguida vuela y se posa en mis manos, repite la acción de picotear suavemente mi mejilla.

Beso su cabecita, me parece tan adorable, supongo que este grado de afinidad que tenemos es porque en realidad esa magia siempre ha sido parte de mí.

— Nana, estoy haciendo lo que me indicaste, pero sigo teniendo miedo, si fallamos pondremos un gran poder en las manos de ese psicópata – le susurro con ojos preocupados mientras ella se posa sobre el barandal de madera

— Además, está el cachorro, si algo le sucede esta vez al bebé, no creo que podré soportarlo – me llevo la mano al vientre y la otra al rostro.

De verdad estoy que no pego ojo de la angustia y sé que a la vez, eso me hace daño, a pesar de que es un barco muy sólido, el balanceo también me provoca algo de mareos.

Me asombra entonces tanto silencio repentinamente.

Me destapo los ojos para ver al cuervo negro, que se ha quedado como congelado mirando hacia mi vientre a la altura de sus oscuros y pequeños ojos.

— ¿Nana? – “Ay Diosa no se mueve, ¿será que le habrá dado un patatús?”

Qué tonterías las que pienso, ella no es una anciana normal.

Sube la cabeza y me mira y luego de nuevo a la barriga.

— ¿Sucede algo con el cachorro? – me comienzo a poner ansiosa, doy un paso adelante hacia al barandal para que se pegue a mi panza por encima del vestido y así lo hace.

Abre sus alas y pone su cabeza de lado con los ojos cerrados, la verdad es que parece un poco ridícula esta situación, es como si un cuervo le estuviese dando un abrazo a mi barriga, sin embargo, la dejo y algo en sus acciones me da calidez y no me siento tan solitaria.

No debe haber nada malo con el cachorro.

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