Resumo de 014. NO QUIERO EXTRAÑARTE – El Rey Lycan y su Oscura Tentación por GoodNovel
Em 014. NO QUIERO EXTRAÑARTE, um capítulo marcante do aclamado romance de Hombre-lobo El Rey Lycan y su Oscura Tentación, escrito por GoodNovel, os leitores são levados mais fundo em uma trama repleta de emoção, conflito e transformação. Este capítulo apresenta desenvolvimentos essenciais e reviravoltas que o tornam leitura obrigatória. Seja você um novo leitor ou um fã fiel, esta parte oferece momentos inesquecíveis que definem a essência de El Rey Lycan y su Oscura Tentación.
VALERIA
Ni siquiera siento el olor que dice, pero claro, él es una especie muy superior.
— Qué inteligente, Valeria probó la comida que no tenía veneno, pero al tomar la charola para taparla y ponerla encima, ese polvillo azul cayó sobre los alimentos — la Gobernanta hizo el resumen de lo que todos nos imaginamos.
— Quizás se active con el calor y mezclado con el aroma de la comida, fue imposible para su majestad detectarlo.
Se escuchó una algarabía repentinamente y la cocinera entró llorando a la estancia por la puerta trasera.
Un hombre la traía casi a rastras del brazo y la arrojó de rodillas sobre la fría baldosa.
Me asombré un poco al verlo por su gigantesco tamaño y los músculos tensos y abultados de los brazos, demasiado grandes, creo que incluso más que Aldric.
Una barba oscura y ojos azules eléctricos, pero afilados, el hecho de que fuera calvo solo le agregaba más salvajismo a este Lycan.
Estaba segura, era uno de los guardianes.
— ¡Su majestad he sido su cocinera por muchos años!, ¡¿cómo va a creer las acusaciones de esta zorra que solo quería meterse en su cam…?!
— ¡CÁLLATE! – Aldric rugió y juraría que hasta las paredes se estremecieron.
Caminó como un lobo rabioso hacia esa mujer y la tomó del cabello arrastrándola hacia afuera.
— ¡Precisamente que hayas estado tantos años impune es lo que más ira me da!, ¿a cuántas doncellas les habrá hecho la misma jugarreta? ¡¿Es una broma para ti jugar con la vida de inocentes?!
Los rugidos y el llanto suplicante, se iban escuchando en el exterior del palacio, cada vez alejándose más y más.
Nadie hacía nada, ni hablaban, solo miraban hacia abajo.
Las dos doncellas sospechosas sollozaban abrazadas entre ellas.
Di un brinco asustada, cuando el silencio sepulcral fue interrumpido de repente por un agudo y escalofriante grito femenino, que atravesó la tormentosa madrugada.
Sentí una mirada fija sobre mí y mis ojos se posaron en la oscura esquina donde permanecía el guardián Quinn, él me estaba observando.
No he tenido oportunidad de agradecerle por salvarme de la casi violación, la caída por el barranco y ayudar a buscar las evidencias.
Los pasos firmes del Rey se escucharon de regreso.
— ¡Salgan todas, los mozos también! – ordenó, señalando el exterior, la sangre fresca se olía en su cuerpo.
— ¡Vean muy bien lo que sucede con los traidores! ¡¡En su maldit4 vida se atrevan a meterse con mi doncella o el castigo que sufrirán será mucho peor!!
Me asombré cuando me mencionó.
La verdad es que le estaba agradecida en mi corazón.
El Rey Aldric no tiene que fingir nada delante de mí, ni engañarme, como Dorian, que me mentía en la cara por conveniencia.
Caminé despacio, siguiendo la fila, imaginé que lo que me esperaba allá afuera no era nada lindo de contemplar.
— ¡Valeria, regresa a tu habitación! ¡Beof, ven conmigo! – subí la cabeza ante su comando.
— Gracias, su majes…— se había marchado por la misma puerta con el otro gigante Lycan, sin darme tiempo a nada.
“Tan grosero como siempre, este hombre salvaje”, pensé, pero no me atreví a mostrar alguna insatisfacción en mi cara.
— Gracias, Gobernanta – le agradecí a la señora.
— No me agradezcas. Esta vez libraste Valeria, pero creo que ya descubriste que debes andar siempre alerta alrededor del Rey— me advirtió con seriedad.
— Lamento que te haya sucedido eso frente a mi casa, parece que te estaban espiando.
Y me estremecí al pensar en la cara de buena persona de la cocinera y que alguien me estaba persiguiendo en las sombras mientras salía del castillo.
Ella tiene razón, no puedo ser tan confiada si quiero mantener mi cabeza sobre los hombros.
*****
Caminaba por el pasillo de regreso a mi cuarto, pero al doblar una esquina, casualmente vi la espalda del guardián Quinn que se alejaba.
— Señor – me atreví a llamarlo.
Él se detuvo y se giró para enfrentarme.
— Muchas gracias por su ayuda, si no hubiese llegado al bosque en ese momento, esos hombres… bueno, usted los vio – bajo aún más la voz sin dejar de mirar a sus botas
— También me salvó del accidente, no sé cómo pagarle.
Me inclino mucho más, doblando mi cintura y mi cabello oscuro cae sobre mi cara.
A su lado, el torso sin brazos ni piernas de ese maldit0 guerrero, sin genitales y el grueso hierro de la pica, entraba empalando y violando su cuerpo, por el agujero trasero.
Daba ganas de vomitar.
Aparté la mirada asqueada ante esa escena tan bárbara, pero recordé que podía haber sido mi cabeza, la que se estuviese exhibiendo como escarmiento.
Seguí mi camino de largo, creyendo ilusamente que mis días volverían a la normalidad.
Solo servir al Rey Aldric en el castillo, sin embargo, como una semana después…
*****
— Valeria prepara un equipaje ligero, si acaso un cambio de ropa extra, te vas conmigo a inspeccionar una manada – me dijo en sus maneras bruscas, mientras desayunaba una mañana.
— ¿Y…yo? – me autoseñalé confundida.
— ¿Acaso hay otra Valeria aquí? – levantó los ojos grises de la montaña de carne que siempre comía y me miró alzando una ceja.
— No, no su majestad, solo me preguntaba ¿para qué quería que alguien tan débil lo acompañara? – cada día mi coraje y ganas de morir crecían más, eso era seguro.
— Porque puede que esta vez esté un tiempo más prolongado afuera y es necesario que vayas conmigo – me responde y sigue comiendo.
Entiendo que querrá a alguien que cuide de sus cosas privadas, su ropa y demás, así que asiento.
Me giro y camino hacia mi esquina de siempre, para esperar por él.
— Además, no me voy a concentrar si sé que estás aquí sola, con ese chacal peligroso rondando.
No entiendo nada, ¿chacal peligroso? ¿Hay chacales en el bosque de la manada?
Pero no emito palabra, como siempre, en silencio y de pie en mi sitio.
— No quiero que me extrañes, así que te llevo conmigo – agrega muy normal y continúa desayunando.
Mis ojos incrédulos lo espían a través del largo flequillo.
¡¿Quién dijo que lo iba a extrañar su majestad?!
Al final me vi arrastrada a una aventura súper loca y peligrosa, por culpa de este posesivo y dominante Lycan.
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