El Rey Lycan y su Oscura Tentación romance Capítulo 15

VALERIA

El carruaje del Rey era espacioso y cómodo, forrado de un suave terciopelo en rojo y negro.

Habíamos partido del castillo desde la mañana, por las intrincadas carreteras, hacia esa manada distante.

En cuanto salimos de la oscura neblina que rodeaba el bosque, me tensé un poco mirando nerviosa a través de la ventana.

Es absurdo pensar que aún estarían cazándome fuera de la manada Golden Moon, quizás ni se imaginan que continúo con vida.

Su majestad estaba sentado frente a mí, leyendo unos manuscritos, concentrado en lo suyo.

Es un hombre de no hablar mucho y el viaje comenzó a hacerse bien aburrido.

En algún momento cerré los ojos, hasta que una sacudida del carruaje me hizo despertar asustada.

Un calor pegado a mi costado, mi cabeza recostada sobre un amplio y cómodo hombro.

— ¡Lo lamento su majestad! – me incorporé enseguida más firme que una estaca al darme cuenta de que dormitaba recostada al Rey.

¿Acaso él no estaba en el asiento de al frente?

— ¿Por qué te disculpas esta vez? ¿Por respirar o por babearme la camisa? – me pregunta con sarcasmo y gira la cabeza para observarme desde arriba.

Mis ojos enseguida van a buscar la mancha de humedad en la tela oscura, pero al parecer su alteza ha aprendido también a tomarme el pelo.

— Duérmete de nuevo Valeria, aún falta para llegar— su tosca mano se posa sobre mi cabello y me empuja hacia su hombro.

El trayecto continúa poco a poco.

Afuera las temperaturas son bajas, pero arrinconada entre la pared de carruaje y el gigantesco cuerpo del Rey Aldric, un calor protector me envuelve y termino por dormirme nuevamente.

Cuando reacciono al cabo de un tiempo, medio adormilada, encuentro que el carruaje se ha detenido y estoy sola.

Unas voces se escuchan afuera.

Me asombro al encontrar la pesada capa del rey cubriéndome casi de pie a cabeza.

La doblo con cuidado y me acomodo el cabello revuelto para asomarme por la ventana.

— ¿Ya estás despierta? – aparece de repente en mi campo de visión - Ven, baja, vamos a hospedarnos.

Asiento, colocándome mi propia capa oscura, que me oculta algo el rostro.

No me gusta que todos se me queden mirando como si fuera un monstruo de feria.

Observé a mi alrededor, estábamos dentro de un patio interior, con un establo al fondo y delante, un antiguo edificio de madera y piedra, con varios pisos.

— Sígueme Valeria, siempre cerca de mí, no te separes – órdenes cortas y precisas que cumplí sin dudar.

Camino detrás del Rey junto con el cochero, saliendo por un portón y dando la vuelta hasta el frente de la casona.