Resumo do capítulo 026. SEDUCCIÓN de El Rey Lycan y su Oscura Tentación
Neste capítulo de destaque do romance Hombre-lobo El Rey Lycan y su Oscura Tentación, GoodNovel apresenta novos desafios, emoções intensas e avanços na história que prendem o leitor do início ao fim.
ALDRIC
Ver a Valeria tan herida y vulnerable está haciendo que mi corazón se rompa y a la vez una ira desmedida crecía en mi interior.
“Él” luchaba por salir a consolarla, a lamer sus heridas, lo sentía escarbando en mi mente, intentando liberarse.
Estar al punto de perderla reforzó mis miedos, ella se puede ir de mi mundo en un instante, para nunca más regresar.
Miré a los presentes, un puñado de guerreros, dos mujeres desnudas abrazadas temblando en una esquina, una esclava mutilada y la otra muerta.
El culpable de todo, un hombre lobo Beta también desnudo y destilando olor a sexo, miedo y pudrición.
Gruñí una baja advertencia.
“Nadie se mueve de aquí, en especial tú, jefecito, tengo tu aroma y te cazaré como un animal si das un paso lejos de este sitio” les advertí con los caninos afuera.
Asintió enseguida con los ojos rojos y temblando de miedo, ahora ya no era tan macho.
Me llevé a Valeria un poco más distante.
Su pequeño cuerpo se sentía tan débil, acurrucada contra el pecho de mi enorme forma de bestia, sus brazos alrededor de mi cuello y su cara oculta sobre mi clavícula.
Antes no me podía ni mirar a los ojos siendo humano y ahora, se aferraba a la versión más terrorífica de mí, así de asustada debería estar por la situación.
El aroma de chocolate amargo se hacía más intenso, despertaba mi deseo, no sé bien qué sucede.
¿Por qué se encontraba tan caliente su piel?
Llegué a un riachuelo que había visto por el camino con frondosos árboles en las orillas.
Era un sitio tranquilo y podíamos reposar un poco.
“Valeria” la llamé con la mayor suavidad que pude agachándome para dejarla sobre la hierba verde y contra el tronco de un árbol.
Abrió los ojos humedecidos y me observó de manera rara, como desorientada.
Supongo también que tener la enorme cabeza de lobo de un Lycan, justo frente a la tuya, no debería ser muy agradable que digamos.
“Quédate aquí, no te muevas, regreso rápido” le aseguré.
Quise acariciar su mejilla, pero reparé en mis enormes garras y su cuerpo estaba demasiado malherido.
Cuando me levanté, me tomó de repente del brazo.
— Se… señor… — su voz se escuchaba áspera y ronca, su ceño arrugado.
Parecía sentir dolor, buscaría una manera de curarla, pero ahora, me quedaba un último asunto.
“Estoy cerca, te huelo en todo momento, dame solo unos minutos y regreso a ti”
Asintió, el sudor le corría por el rostro y respiraba pesado.
Ese aroma demasiado tentador salía de su cuerpo y me estaba costando demasiado ignorarlo.
Comenzó a salir del agua y tragué en seco al ver su vestido rasgado de una manera indecente.
Sus blancos pechos prácticamente afuera, la rosada aureola a medio ver, los picos erectos de los pezones se transparentaban.
Una larga rajadura en la falda mostraba su blanco muslo al punto de que pensé que en cualquier momento vería su intimidad.
El cabello negro mojado, pegado a su espalda, sus ojos azules brillan de manera seductora y sus pecaminosos labios están entreabiertos, sugerentes, insinuantes.
No me importaban las cicatrices en su rostro, en realidad puedo ver más allá de ese detalle, la belleza que hay debajo y me seduce, justo como ahora.
— Valeria, qué… ¿qué sucede? – me encuentro incluso tartamudeando como un idiota al verla salir descalza del riachuelo, agarrando la falda de su vestido para subirla aún más, mostrando su cadera y su ingle.
Mi pene da un respingo excitado al ver la insinuación descarada de esa raya rosada, que está destilando pura lujuria.
Ella avanza y por primera vez en mi vida, frente a una mujer, yo doy un paso atrás y luego otro, hasta que me acorrala contra un árbol.
Esta no es la respetuosa y tímida Valeria que conozco.
No es normal, ¿ella estará en celo? Pero cómo, sin espíritu de loba interior.
Quizás es posible, como mismo se transforma.
— Valeria espera, dime que te sucede, ¿estás, en celo? – le pregunto ronco, tomándola por los hombros, intentando llevar esto a un terreno seguro.
— Tócame, necesito que me toques más, Aldric…
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