Resumo de 031. VALERIA ES MÍA – Capítulo essencial de El Rey Lycan y su Oscura Tentación por GoodNovel
O capítulo 031. VALERIA ES MÍA é um dos momentos mais intensos da obra El Rey Lycan y su Oscura Tentación, escrita por GoodNovel. Com elementos marcantes do gênero Hombre-lobo, esta parte da história revela conflitos profundos, revelações impactantes e mudanças decisivas nos personagens. Uma leitura imperdível para quem acompanha a trama.
VALERIA
Me quedé congelada ante las palabras de Quinn.
Él continuó descifrando el mensaje, pero mi mente ahora solo pensaba en lo que debió sentir el Rey cuando sus hijos fueron asesinados y él mismo acabó con la vida de su compañera.
Sé muy bien cómo es ese sentimiento que te desgarra el alma y solo te deja las ganas de morir.
Aldric incluso lo tuvo peor, yo ni siquiera cargué mucho a mi bebé en mi vientre, él tomó a sus cachorros en sus manos y amaba a su mujer, ella no lo traicionó como hicieron conmigo, ella no merecía morir.
Era su mate, así que él tuvo una compañera, seguro una hermosa hembra que compartía su cama, sus sueños y su vida.
Alguien que atesoraba de verdad, alguien que dio a luz para él.
¿Por qué me sentía tan amargada por dentro?
Subí mi mano y toqué mis cicatrices, nunca me habían importado, pero ahora, al compararme con una pobre mujer fallecida, todo tipo de inseguridades apretaban mi corazón.
“Tonta, cómo puedes compararte siquiera con ella. Aldric nunca te verá de esa manera, no te ilusiones”
Me recriminé a mí misma y volví a concentrarme en el texto que ya casi me sabía de memoria.
«Hermosa y misteriosa, intrépida y viva, la hija más rebelde de su padre. Era muy aburrido solo mirar desde lejos sus creaciones. Tan vivos, tan complejos en sí mismo. Amaban, sufrían, odiaban y vivían cada día como el último. Un anhelo creció en su corazón, cada noche solo mirando y deseando, hasta que decidió un día romper las reglas y bajar a jugar».
Eso era lo que contaba en el inicio del relato, parecía hablar de una mujer y luego, más abajo, solo la descripción de un lugar que no conocía.
Quinn estaba más interesado en esta parte, parecía ser la localización de otro altar.
— No entiendo muy bien dónde puede ser… — murmuraba.
— Te equivocaste aquí, no es lava, es agua, habla de un sitio con un gran lago o algo así – le señalo y se queda mirando entonces el fragmento.
— ¡Claro, claro cómo pude ser tan idiota, debe ser en esa manada cerca de las cascadas! – exclama feliz como un chiquillo y me sorprende de repente tomándome de la cintura y alzándome.
— ¡Eres genial Valeria, genial, gracias! – me da vueltas riendo.
La luz del Sol se refleja en sus cabellos claros y su sonrisa es hermosa y contagiosa.
Me apoyo en sus hombros buscando estabilidad, le voy a pedir que me baje, pero al mirar hacia el bosque veo al hombre que tiene el don de llegar siempre en el momento más sospechoso.
Aldric nos está observando con cara asesina, sus ojos fríos se cruzan con los míos en pánico y me siento como una esposa infiel pillada.
Pero luego bajé mis expectativas, por supuesto que no deseaba que otro hombre tocara lo que él iba a utilizar.
Se giró hacia mí observándome y me estremecí de miedo. Enseguida miré a mis zapatos, pero lo escuchaba muy bien acercándose.
Su aura tan opresiva me estaba rodeando como si una mano invisible apretara mi garganta.
Pronto lo tuve delante de mi cuerpo, tan cerca, que mi nariz rozaba con su camisa negra, mordí mi labio inferior esperando el castigo.
Bajó su postura y pellizcó mi barbilla para hacerme levantar la cabeza. Su cabello rojizo cosquilleaba en mis mejillas.
La caliente respiración caía sobre mi sensible oído.
— No soy un hombre con el que puedas jugar Valeria – me advirtió susurrando bien bajo, solo para mí.
— Hicimos un trato y ya no hay vuelta atrás. Tu vida, tu cuerpo, tu maldit0 coño, todo es mío, ¿entiendes? Vuelves a dejar que otro macho te toque y no te imaginas las consecuencias.
Un sudor frío bajaba por mi espalda, no sabía si excitarme o aterrorizarme, pero terminé asintiendo ante este comando tan autoritario y dominante.
Soy propiedad del Rey Lycan Aldric Thorne, de eso no tenía ninguna duda y lo peor, era que en el fondo, no me molestaba para nada.
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