Resumo do capítulo 041. LOS SECRETOS DE QUINN do livro El Rey Lycan y su Oscura Tentación de GoodNovel
Descubra os acontecimentos mais importantes de 041. LOS SECRETOS DE QUINN, um capítulo repleto de surpresas no consagrado romance El Rey Lycan y su Oscura Tentación. Com a escrita envolvente de GoodNovel, esta obra-prima do gênero Hombre-lobo continua a emocionar e surpreender a cada página.
QUINN
— Ya deja de poner esa cara, como si alguien hubiese fallecido… Nmmm…
No pude evitar gemir de dolor llevándome la mano a varias de mis costillas fracturadas al recostarme a la cama.
— ¿Por qué haces esto Quinn? Te pedí que no te acercaras más a esa mujer, es obvio que el Rey se ha encaprichado con ella.
— ¡Esta es su advertencia, él se ha dado cuenta de que te fijas demasiado en su doncella!
— Aaah, joder, suave Celine o terminarás por perforarme el corazón con la punta de una costilla – sus manos rudas están limpiando la sangre de mi torso y como siempre, nada de delicadeza.
A veces hasta tengo duda de que sea mujer.
— ¡¿Acaso me estás escuchando siquiera?! ¡De tantas mujeres, justo te interesa ella! – me grita exasperada, incorporándose.
— Sí, hermana, sí que te escucho. Solo… Valeria es diferente, ella, tiene muchas cosas misteriosas que me atraen, no sé por qué, pero no puedo dejar de seguirla con la vista cada vez que nos encontramos – confieso al fin suspirando.
— Yo sé muy bien que es lo que te atrae de esa doncella… — me tenso cuando agrega con la mirada baja, parada en el borde de mi cama.
— Se parecen mucho, pero ella no es esa mujer, Quinn. Ya termina con esa idiota obsesión que tienes o te llevará a la muerte. Cúrate tú solo, te lo rifaste por idiota – me arroja el paño con sangre en la cara y va saliendo cabreada de la habitación.
— Valeria puede leerlos, Celine – le digo y la veo detenerse en la puerta, sigue de espaldas a mí.
— No sé que relación tiene con el Reino Oscuro, pero ella puede leer los Altares a la Diosa, quizás, nos puede ayudar a curarte…
— No me interesa su ayuda si eso significa tu muerte, Quinn - me responde en voz baja - y menos ahora que me dices eso, solo es otra razón para mantenerse alejado del peligro que ella representa.
— Pones tu vida en riesgo todos los días al ocultarme justo bajo los ojos del Rey ¿Qué crees que hará su majestad cuando descubra que su doncella tiene relación con el Reino Oscuro?
Me dice, enfrentándome al fin, sus ojos cubriéndose en negro por completo como dos abismos sin fondo.
— Celine, él… no sé… Por eso tampoco quiero dejarla a su suerte, Valeria ni siquiera es consciente del peligro que corre al lado de Aldric…
— Él la va a asesinar, como mismo hará contigo si se entera de que escondes a una híbrida, con la mitad de su sangre del Reino Oscuro.
— Hermano, olvida a esa mujer, o todo tu sacrificio este tiempo no tendrá sentido. No me voy a quedar sentada viendo como te hundes por una obsesión.
Y con la misma sale del cuarto tirando de golpe la puerta.
Me recuesto al respaldo, suspirando frustrado, cerrando mis ojos para movilizar mi poderosa fuerza de lycan y curarme más rápido.
Los ojos azules tan vivos de Valeria invaden mi mente como en el momento en que la conocí por primera vez y casi creí ver una ilusión.
Que esa mujer misteriosa que me obsesiona había cobrado vida, justo frente a mi mirada, sin embargo, Valeria no es esa hembra y Aldric, también fue atrapado por los encantos de su doncella.
— Nada, solo quería darte algunas instrucciones para los próximos días que saldré del castillo – al cabo de unos segundos respondió con voz ronca y sin tener ojos en la nuca sabía muy bien que me observaba.
Su mirada abrazadora quemaba mi cuerpo y hacía latir rápido mi corazón.
Ahora que estaba tan cerca, ya no era tan valiente como cuando escapaba corriendo por los pasillos.
— Bien, estoy a su disposición, señor – la Gobernanta aseguró y luego los escuché irse.
El aire salió por mi boca en un suspiro prolongado de alivio.
— ¡Oye Valeria, espera mujer, le vas a abrir un agujero a la ropa de cama si sigues así!
— ¡Estás salpicando por todos lados!
Gritaron de repente las chicas y me di cuenta de que parecía un pato en una patera regando agua y detergente por todos lados.
Todas se habían detenido con la llegada del Rey, la única loca que seguía chapoteando era yo.
— Lo lamento – me disculpé avergonzada, deteniéndome al fin con los pies hinchados y adoloridos.
¡Maldit0 Rey pervertido, vas a acabar con mi cordura!
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