Resumo de 045. ROPAS PARA MI QUERIDA DONCELLA – Capítulo essencial de El Rey Lycan y su Oscura Tentación por GoodNovel
O capítulo 045. ROPAS PARA MI QUERIDA DONCELLA é um dos momentos mais intensos da obra El Rey Lycan y su Oscura Tentación, escrita por GoodNovel. Com elementos marcantes do gênero Hombre-lobo, esta parte da história revela conflitos profundos, revelações impactantes e mudanças decisivas nos personagens. Uma leitura imperdível para quem acompanha a trama.
VALERIA
Me miró un poco sorprendida al inicio, pero luego disimuló lo mejor que pudo y siguió en lo suyo.
Supongo que mis cicatrices encandilaban a cualquiera.
Prendas de vestir colgaban por todos lados y accesorios de costura llenando la vitrina en la pared del fondo.
Me encantaba coser y bordar, en mis tiempos libres había practicado y era la que arreglaba toda la ropa de Dorian.
— Valeria, ven conmigo a escoger los trajes para su majestad – la Gobernanta me ordenó y la seguí hasta el interior de la tienda.
Nos pasamos un buen rato escogiendo telas y atuendos ya hechos, pañuelos, accesorios, todo, y prácticamente la decisión siempre recayó en mis gustos.
Parece que el Rey quería ponerse elegante para ir a la manada “Silver Lake”.
— Creo que con esto es suficiente – hablo con la Gobernanta que asiente.
En eso, entra la dueña de la tienda, la Sra. Betty.
— ¡Ya llegaron las telas nuevas, está todo listo! – dice entusiasmada y por alguna razón me mira con ojos brillantes y me estremezco con una mala premonición.
— Bien, Valeria, en lo que indico como empacar la ropa de su majestad, ve con la Sra. Betty a que te mida y te confeccione unos vestidos – me suelta así sin más.
— Mínimo tres Sra. Betty, las mejores telas y complementos, ropa interior, camisones de dormir, no escatime y colores similares a los de su majestad.
Se gira para darle instrucciones a la dueña y ya sé por qué sus ojos brillan tanto, debe estar viendo todas las monedas de oro que ha ganado hoy.
— Espere, Señora, yo no necesito ropa tan elegante, ¿para qué?…
— Valeria, cualquier duda o inconformidad lo hablas con su majestad. Solo cumplo órdenes – y como siempre, al igual de grosera que su amo, me deja con la palabra en la boca y soy arrastrada por una entusiasmada costurera hasta el segundo piso del taller, a una habitación privada.
— Desvístete querida, vamos a medir esas hermosas curvas que tienes, tranquila que estás en buenas manos – me asegura, pero relajada no puedo estar cuando no entiendo nada.
Aun así, no tengo opción y me desvisto quedando solo con la fina enagua blanca que uso debajo del vestido.
¡Esta es la solución ideal!, me rento en una casita de la manada al pie del castillo y puedo estar al pendiente de si Aldric encuentra la cura para mi maldici0n.
Resistiré los ataques de ese bicho lujurioso, aunque muera con las bragas empapadas, pero saldré de la sombra del Rey Lycan.
— Por cierto, por favor, solo me hace un vestido, quizás, ni siquiera lo necesite.
— Pero, la Sra. Sasha me dijo…
— Hágale las prendas previstas. Todas y cada una de ellas – me estremecí al escuchar la fría voz de Aldric.
Me llevé enseguida la mano a los senos expuestos y miré a través del espejo.
La chica rubia había dejado la puerta abierta y ahí estaba parado el Rey, con el ceño fruncido y tan bestia como siempre.
¿Cuánto habrá escuchado de nuestra conversación?
A juzgar por el oído de los lycans, posiblemente todo.
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