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VALERIA
Me miró un poco sorprendida al inicio, pero luego disimuló lo mejor que pudo y siguió en lo suyo.
Supongo que mis cicatrices encandilaban a cualquiera.
Prendas de vestir colgaban por todos lados y accesorios de costura llenando la vitrina en la pared del fondo.
Me encantaba coser y bordar, en mis tiempos libres había practicado y era la que arreglaba toda la ropa de Dorian.
— Valeria, ven conmigo a escoger los trajes para su majestad – la Gobernanta me ordenó y la seguí hasta el interior de la tienda.
Nos pasamos un buen rato escogiendo telas y atuendos ya hechos, pañuelos, accesorios, todo, y prácticamente la decisión siempre recayó en mis gustos.
Parece que el Rey quería ponerse elegante para ir a la manada “Silver Lake”.
— Creo que con esto es suficiente – hablo con la Gobernanta que asiente.
En eso, entra la dueña de la tienda, la Sra. Betty.
— ¡Ya llegaron las telas nuevas, está todo listo! – dice entusiasmada y por alguna razón me mira con ojos brillantes y me estremezco con una mala premonición.
— Bien, Valeria, en lo que indico como empacar la ropa de su majestad, ve con la Sra. Betty a que te mida y te confeccione unos vestidos – me suelta así sin más.
— Mínimo tres Sra. Betty, las mejores telas y complementos, ropa interior, camisones de dormir, no escatime y colores similares a los de su majestad.
Se gira para darle instrucciones a la dueña y ya sé por qué sus ojos brillan tanto, debe estar viendo todas las monedas de oro que ha ganado hoy.
— Espere, Señora, yo no necesito ropa tan elegante, ¿para qué?…
— Valeria, cualquier duda o inconformidad lo hablas con su majestad. Solo cumplo órdenes – y como siempre, al igual de grosera que su amo, me deja con la palabra en la boca y soy arrastrada por una entusiasmada costurera hasta el segundo piso del taller, a una habitación privada.
— Desvístete querida, vamos a medir esas hermosas curvas que tienes, tranquila que estás en buenas manos – me asegura, pero relajada no puedo estar cuando no entiendo nada.
Aun así, no tengo opción y me desvisto quedando solo con la fina enagua blanca que uso debajo del vestido.
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