El Rey Lycan y su Oscura Tentación romance Capítulo 54

VALERIA

Empujé la puerta de madera que casi se caía de las bizarras y emitió un sonido chirriante.

Adentro, el olor a moho, madera podrida y descomposición, abofetearon mi nariz, mis ojos ajustándose a tanta oscuridad.

Miré a mi lado unos restos de leños de algún marco de puerta y tomé uno entre mis manos temblorosas, jugando a la heroína, una vez más.

Esto que hacía era demasiado peligroso y poco inteligente, lo sabía, pero no podía dejar que se lo llevaran justo frente a mis ojos, no podía perder a otro cachorro o no me lo perdonaría.

Paso a paso me interné en lo que parecía el recibidor y luego el salón, pendiente al suelo, donde las tablas se levantaron en algunos sitios, dejando oscuros y profundos agujeros que no se les veía el fondo.

— ¡Srta. Valeria! – la voz llorosa de Edward me llamó desde arriba y subí la cabeza enseguida para verlo en lo alto de las escaleras, entre las sombras y los rayos de luna que se filtraban por el techo medio destruido.

El hombre lo sujetaba por detrás, con el brazo alrededor de su cuello, casi estrangulándolo y manteniéndolo con los pies en el aire, porque Edward no podía sostenerse por sí solo.

Sus piernas temblaban con espasmos raros, su cara enrojecida y de puro terror.

Sus manitos intentando quitar el antebrazo como grillete alrededor de su cuello.

— Tranquilo mi vida, todo va a estar bien, Edward – intenté consolarlo cuando lo vi llorar a moco tendido, asustado y seguro con dolor.

— ¡Deja al niño malnacido! ¡¿Qué quieres, dinero?!

— Je, mira que doncella más valiente y sacrificada por el hijo del Alfa, ¿cuánto crees que su papito nos dé por él? – me pregunta cínicamente.

— Si sabes que es el hijo del Alfa, ¿cómo te atreves a hacer esto dentro de la manada? - le preguntaba, pensando frenética en qué hacer para salir de esto.

Él me respondió que ya no pertenecía a esta manada y comenzó con su monólogo de odio contra el Alfa.

“¡¡Valeria!! ¡¿Dónde estás?!”, en medio del caos, de repente, la voz de Aldric invade mi mente trayéndome esperanzas.

Pensé que estaríamos muy lejos para usar el vínculo.

“¡No sé bien, es una vieja casona a las afueras del centro de la manada, tienen al hijo del Alfa, rápido Aldric!” – le grito en mi mente, a la vez que le sigo el juego al sádico del segundo piso, ganando tiempo.

“¡¡No hagas más imprudencias, Valeria, ya estoy cerca, estoy siguiendo tu olor, por favor pequeña no te pongas en peligro, huye si tienes la oportunidad!!”

Me habla una y otra vez, pero no puedo escapar y dejar al niño a su suerte.

Sin embargo, de un momento a otro, las cosas tomaron un rumbo diferente.

— Dame al niño y esperamos a que el Alfa cumpla tus demandas, yo me quedo a cuidarlo, entrégamelo, no le hagas más daño, por favor – le pido dando un paso adelante, con miedo de que cuando vea a Aldric le haga algo al rehén.

Si lo tengo en mis manos puedo protegerlo.