Resumo de 065. PISTAS SECRETAS – Capítulo essencial de El Rey Lycan y su Oscura Tentación por GoodNovel
O capítulo 065. PISTAS SECRETAS é um dos momentos mais intensos da obra El Rey Lycan y su Oscura Tentación, escrita por GoodNovel. Com elementos marcantes do gênero Hombre-lobo, esta parte da história revela conflitos profundos, revelações impactantes e mudanças decisivas nos personagens. Uma leitura imperdível para quem acompanha a trama.
DARIUS (GENERAL DEL REY VAMPIRO)
— Ha llegado el momento – les digo a mis hombres, sentado en la vieja cripta que nos sirve de refugio fuera de los límites de Silver Lake.
No me atrevo a acercarme tanto a esa manada con el Rey Lycan rondando y más alerta, sin embargo, la estrategia de utilizar a la familia de Alfa me seguía funcionando.
Con algunos cambios, pero siempre había un peón útil, uno débil e indefenso que me servía de espía y manipulaba el corazón suave de esa doncella.
— Thane, prepara todo para el hechizo de transferencia, necesitamos hacer la operación con rapidez, antes de que el Rey Lycan pueda reaccionar. Alista los portales de sombras para mis hombres – le ordeno al hechicero que viaja con nosotros.
Los vampiros más poderosos podemos conjurar algo de magia elemental, pero ya para cosas más potentes, necesitamos de la ayuda de un brujo oscuro.
— Señor, ese cuerpo tan pequeño no aguantará si transfiero más de su poder hasta él – me advierte.
— Solo necesito que aguante lo suficiente, no estás aquí para dar sugerencias, transfiere más de mi poder llegado el momento, porque ahora mismo apenas y lo puedo utilizar de espía.
— Al final, ya estaba medio moribundo cuando lo hechizaste – le digo sin mayor importancia.
¿Qué me importa a mí la vida de ese infeliz?
Me toco el pecho donde descansa el pequeño frasco con la sangre poderosa de la descendiente de Juno.
Tuve que volver a utilizar unas gotas en el primer Altar solo para descubrir que era falso y revelara esas coordenadas hacia ese invernadero.
No tenía ni idea de cómo encontrar el verdadero Altar sin utilizar de nuevo la sangre.
Me entran escalofríos en la piel, solo de imaginar lo que me hará el Rey si sabe del gasto innecesario de sangre, pero lo voy a enmendar, lo arreglaré de la mejor manera porque le llevaré a esa mujer valiosa de la profecía.
Qué sorpresa cuando la volví a ver aquí al lado del Rey Lycan, comprendí que no era una mujer sin importancia y que me había engañado la vez pasada, que ella es la que está leyendo la información en los Altares y guiando a Aldric Throne.
Intenté pagarles a esos idiotas para que la secuestraran y no arriesgarnos, pero los pulgosos hombres lobos ni para eso sirvieron, casi provocan su muerte y luego tuvieron el descaro de pedirme el dinero.
Lo haré yo mismo, todo está listo, sabré las pistas en este Altar y me llevaré a esa mujer para utilizarla.
Debemos encontrar la tumba de la antigua Reina descendiente de Juno.
*****
VALERIA
Mi mirada vagaba por todo el bosque a los lados del viejo camino de tierra mientras empujaba la silla de ruedas.
Edward, como siempre nunca hablaba mucho, no era un niño muy animado, pero hoy, estaba más callado que de costumbre.
— ¿Es este el sitio? – le pregunto cuando llegamos a un antiguo y medio destruido invernadero en el medio del bosque.
— Sí, es mi sitio secreto – me dice su voz infantil – entremos, hay muchas cosas interesantes que mostrarte.
Al fondo del invernadero, había una estructura como una pequeña caseta redonda con el techo en cúpula que debería servir en el pasado para leer o hacer una tranquila merienda en las tardes.
— Espera un momento aquí, Edward – dejo al chico en el pasillo y subo unas cortas escaleras desgastadas hasta entrar en esa estructura.
Todo huele aquí a óxido, a viejo, a humedad y pudrición de las hojas.
Miro a mi alrededor buscando una pista, el bosque se vislumbra borroso a través de las manchadas y sucias ventanas de cristal.
Encuentro al fin algo sospechoso en una esquina.
Es la pequeña figura en piedra de una mujer que representa a la Diosa Luna, lo sé, porque es igual a la del Altar falso en las montañas.
— Algo no está bien – murmuro, acercándome hasta la estatua de unos 50 cm, subida sobre una columna y la examino con detenimiento.
Sus manos apuntan hacia el suelo y en el Altar a la Diosa de las montañas, las manos apuntan al cielo.
Impulsada por la curiosidad de saber la verdad detrás de tanto misterio, toqué las frías manos de piedra e intenté moverlas hacia arriba.
¡Crujieron y dieron la vuelta!
Asombrada me preguntaba qué significaba todo esto, pero un ruido y el temblor bajo mis pies me hizo reaccionar.
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