El Rey Lycan y su Oscura Tentación romance Capítulo 76

VALERIA

Esperándome justo delante del claro despejado de unas viejas ruinas de piedra con una bandera azul ondeando en lo alto.

— Así que la capitana del equipo pudo llegar hasta el final – me dijo en un tono burlón, levantándose tranquilo de la piedra donde se sentaba.

Los rayos escasos del sol alumbraban sus iris alternando en tonos rojizos y grises.

Su lobo cerca de la superficie, mostrando los caninos, riñéndome, no necesitaba a un espíritu de loba para verlo.

Avancé lento, este era un enemigo que no vencería jamás a la fuerza, así que debía emplear la mejor estrategia.

Por el momento le gruñí amenazante viendo si había alguna posibilidad de escabullirme por entre sus piernas.

— Sígueme gruñendo gatita, no sabes lo caliente que me pone verte haciéndote la dura – me dice ronco y desafiante adoptando una postura de combate con las piernas flexionadas y los brazos hacia mí.

— ¡Ven, vamos capitana, acabemos con esto, los miembros “valiosos” de tu equipo se sacrificaron para que llegaras hasta aquí! – escupe las palabras “miembros valiosos” con odio y evidentes celos.

Me decido a morir quemada y corro haciendo zigzag, desviando su atención de un lado a otro.

Mi vista periférica me enseña un pequeño agujero hecho en la base de la alta pared en ruinas y corro hacia allí.

El agujero está cerca, por un segundo sueño con que puedo llegar y colarme, pero es solo un engaño.

Apenas sentí una ráfaga de aire, cuando unos brazos poderosos me atraparon y Aldric sostuvo contra su pecho a mi pequeña loba.

En mi forcejeo, al fin cayó al suelo la preciada bandera.

Da lo mismo, nunca ganaré si él no quiere darme la victoria, así que implementé el “Plan Putería”.

Gimo lastimosamente como si me estuviese lastimando y ciertamente afloja los grilletes de sus brazos encerrándome contra su cuerpo.

— No te hagas, loba traicionera, sabes muy bien que no te haría daño – me dice, acariciando el pelaje negro de mi lomo.

Levanto la cabeza y le doy mi mirada más coqueta y desvalida, con ojos lobunos azules, mirando de cerca a los suyos intensos.

— Si me hubieses escogido ganarías, ¿por qué no me incluiste en tu equipo? – me pregunta de manera incluso infantil y la verdad es que tengo ganas de reírme en su cara.

Me encantan todas las facetas de este fiero hombre, que cada día me muestra que también tiene un trocito suave del corazón.