El Rey Lycan y su Oscura Tentación romance Capítulo 85

VALERIA

Aldric gime ronco, sudando y tenso cuando comienza la penetración, yo me muerdo el labio inferior para no gemir desde el inicio como una zorra pervertida al ser empalada tan rico, poco a poco y lentamente.

Mis rodillas flexionadas sobre la cama tiemblan y mis manos se aprietan sobre sus pectorales al recargarme sobre su cuerpo, mi respiración sale de golpe por mi boca entreabierta.

— Aahhggrr que dura se siente su majestad… aahh me encanta su polla – no puedo evitar gemir elevando la cabeza con los ojos cerrados, estremecida de puro placer al sentarme por completo con la polla del Rey Lycan metida hasta la consciencia, vibrando y más caliente que un horno.

Aldric gruñe y resopla con impaciencia, sus toscas manos van a mis caderas y gruñe palabras sucias encendiéndome aún más.

Mis caderas parecen tener vida propia cabalgando sobre mi macho, sacando y metiendo ese duro miembro de mi coño a punto de venirse.

Mi respiración se agita, mi corazón palpita deprisa y miro por la rendija de mis ojos llenos de lujuria al enorme lycan bajo mi cuerpo, dejándose dominar por mí, haciéndole el amor, mientras me eleva más y más a los confines del placer.

Los rayos del sol iluminan a media la alcoba que es cómplice de nuestra pasión.

Mis nalgas rebotan con fuerza, lo monto como una loba en celo, mis senos han sido capturados por sus manos, apretados y manoseados, el sudor corre por mi espalda, grito y gimo con la boca abierta, mis uñas se clavan en su pecho y mi vientre tiembla cuando un arrasador orgasmo me recorre.

Mis gemidos retumban en las paredes y caigo acostada sobre su pecho sudado, disfrutando de las réplicas de la intensa liberación.

A penas puedo recuperar el aliento cuando siento que toda la habitación me da vueltas y nuestras posiciones se han invertido.

Ahora estoy bocarriba, con las piernas abiertas y mi poderoso macho entre ellas y dominándome con su peso.

— Debo decir que este ha sido el mejor despertar de mi vida, ahora es mi turno de demostrarte cuando me ha gustado – hace promesas calientes contra mis labios para luego besarme.

Las deliciosas penetraciones comienzan en la parte baja de nuestros cuerpos y no me resisto a ser amada de nuevo, anhelo a este hombre con mi alma.

Vino añejo y chocolate amargo mezclados en la habitación del Rey Lycan por mucho tiempo.

*****

ALDRIC

Estoy algo nervioso esperando a que Valeria salga de cambiarse después de darnos un buen baño.

— Valeria – doy un paso adelante y la tomo de las mejillas, para mirarla de cerca intensamente

— Necesito dejar ir el pasado para crear un futuro con mi mate, ya no soy un hombre solitario y lleno de memorias rotas, tú has traído la luz y las ganas de vivir a mi vida, pequeña, somos compañeros destinados, tú y yo.

— ¿Qué? ¿Cómo… cómo lo puedes saber si soy rara, ni siquiera soy de tu esp… digo, yo… ni siquiera puedo sacar a mi loba interior? Creo que te confundes… — balbucea incoherencias, nerviosa, solo la abrazo contra mi pecho y cierro los ojos besando su cabello húmedo del baño.

Diosa, me gusta tanto esta mujer, siento que estoy por completo enamorado.

— Amor, sí lo eres, no importa que tú no lo sientas, Vale eres mía, mi lobo puede reconocerte, además bebes de mi sangre sin intoxicarte aún siendo una omega, entras en celo conmigo, tú eres mi mate, la mujer que la Diosa creó para devolverme la felicidad – la tomo de nuevo por las mejillas y miro a sus ojos como una ardillita nerviosa.

— Lamento no habértelo dicho desde que lo sospechaba, yo, la verdad al inicio no quise reconocerte – confieso sin desviar la mirada, rezando porque no se enfade.

— Tenía miedo, mucho miedo de que esos maldit0s del Reino Oscuro te hicieran algo, incluso por momentos pensé en dejarte ir para que no te relacionaran conmigo, pero no pude, no puedo Valeria porque yo te amo, amor, te amo tanto que si te sucede algo, muero contigo.

La abrazo de nuevo y cada palabra que digo es la más pura verdad.

La siento rígida entre mis brazos, me siento un poco perdido y decepcionado, pensé que nos confesaríamos ahora mutuamente.