El Rey Lycan y su Oscura Tentación romance Capítulo 89

Resumo de 089. MI EX SUEGRITA QUERIDA: El Rey Lycan y su Oscura Tentación

Resumo de 089. MI EX SUEGRITA QUERIDA – El Rey Lycan y su Oscura Tentación por GoodNovel

Em 089. MI EX SUEGRITA QUERIDA, um capítulo marcante do aclamado romance de Hombre-lobo El Rey Lycan y su Oscura Tentación, escrito por GoodNovel, os leitores são levados mais fundo em uma trama repleta de emoção, conflito e transformação. Este capítulo apresenta desenvolvimentos essenciais e reviravoltas que o tornam leitura obrigatória. Seja você um novo leitor ou um fã fiel, esta parte oferece momentos inesquecíveis que definem a essência de El Rey Lycan y su Oscura Tentación.

VALERIA

— Valeria, ¿qué sucede? – escucho de repente la voz de Celine y levanto la mirada hacia sus ojos preocupados.

— Valeria, amor, ¿qué te pasa, te sientes mal? – Aldric enseguida se acerca con pasos apresurados hacia mí y se arrodilla frente a mis piernas, extiende sus dedos con suavidad y limpia mi rostro.

Me doy cuenta de que estoy llorando, sentimientos intensos me ahogan.

— Quiero irme de aquí, ya quiero regresar – le digo tragándome mis sollozos y echando mis manos alrededor de su cuello.

Me levanta enseguida, cargada y protegida contra su amplio pecho.

— Quinn no demoren mucho, por favor, intenta acelerar esto – da órdenes a Quinn que también se levanta preocupado.

Me avergüenza estar haciendo una escena, pero simplemente no pude evitarlo, era como si miles de memorias estuviesen empujando en mi cabeza, dándome un dolor terrible y sin recordar nada en concreto.

Aldric me llevó casi corriendo hacia la casa y se acostó conmigo en la cama, consolándome, arrullándome y acariciando mi espalda.

En algún momento me dormí abrazada a su enorme y protector cuerpo, cuánto quisiera que pudiese protegerme también de mis fantasmas interiores.

Cuando volví a despertarme, ya los últimos rayos del sol se filtraban por la ventana.

Estaba sola en la cama, me levanté y fui al baño a echarme algo de agua en el rostro, tenía los ojos un poco hinchados y rojos, pero esa sensación de opresión en el pecho había cedido.

Tomé un chal y lo coloqué sobre mi vestido para salir de la habitación. Caminando por el estrecho pasillo color crema con algunos cuadros de jardines y flores, escuché la plática en la sala.

— Pero… no obstante su majestad, mi esposa le tiene toda la cena preparada, es humilde, pero echa con mucho amor, los invitamos a nuestra casita, será un honor…

— Lo lamento; sin embargo, ya le dije que no podemos ir, mi hembra…

— Estoy bien, ya me siento mejor – avancé y lo tomé del brazo acariciándoselo.

— Amor, no debiste levantarte – se gira enseguida y me revisa, el corazón se me derrite con todos los sentimientos que me transmite de protección y preocupación.

“Eres el Rey, debes forjar lazos con las manadas, ya basta de esa mala reputación que tienes de cortar cabeza y ser un grosero”

— Al que te mire por más de dos segundos le arranco los ojos y muchos menos criticarte, ya esta gente me cae bien mal y con un chacal pervertido, me basta y me sobra. Ven, vamos, que ya quiero regresar y quitarte con los dientes ese sexy vestido – me susurra en el oído y sonrío un poco intentando animarme.

Salimos y Celine y el chacal… digo, el pobre de Quinn, nos esperaban afuera.

Un gruñido bajo de advertencia retumbó en el pecho de Aldric al pasar por el lado del guardián, que comenzó a buscar una mosca imaginaria rondando su cabeza.

Divertida con sus niñadas de cachorros, caminamos por las calles de piedra, con ojos curiosos mirándonos detrás de las ventanas, muy orgullosa del brazo de mi lycan, en dirección a la casa del Alfa.

— Creo que pasé por esta manada hace unos años, solo de pasada, pero estaba mejor – Celine de repente habla detrás de nosotros.

— El Alfa me dijo que se anexaron a una manada más grande de la que eran aliados, al parecer, no les fue bien la fusión – Aldric le responde y me tenso.

Me estoy imaginando qué manada pudo ser y como si fuese un mal chiste, frente a la casa del Alfa nos espera una comitiva, personas que no habíamos visto cuando llegamos.

Una mujer está de espalda, pero la puedo reconocer muy bien, aunque hubiesen pasado mil años.

Mis pasos intentan ralentizarse, resistiéndome a pasar por este amargo momento, sin embargo, es inevitable, llegamos frente a ellos y la mujer mayor se gira, para darme una fría mirada, es nada más y nada menos que mi ex suegrita, la madre de Dorian.

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