Resumo de 090. EL HIJO DE DORIAN – Capítulo essencial de El Rey Lycan y su Oscura Tentación por GoodNovel
O capítulo 090. EL HIJO DE DORIAN é um dos momentos mais intensos da obra El Rey Lycan y su Oscura Tentación, escrita por GoodNovel. Com elementos marcantes do gênero Hombre-lobo, esta parte da história revela conflitos profundos, revelações impactantes e mudanças decisivas nos personagens. Uma leitura imperdível para quem acompanha a trama.
VALERIA
Pareciera que el tiempo se congelara y estuviésemos en ese momento donde ella había entrado al cuarto y había visto a su hijo asesinado entre mis manos.
No me arrepiento de nada, Dorian asesinó primero a mi cachorro, así que ojo por ojo me parecía muy justo.
Cuadro mis hombros y subo mi barbilla desafiante, si piensa que le voy a tener temor y respeto como antes, se equivoca.
Sé que puede abrir la boca delante de Aldric, acusarme, al fin y al cabo mi ex amiga Sophia debió ver mi transformación, pero será su palabra contra la mía, veremos a quién le cree el Rey.
— Alfa, no sabía que abrían más personas invitadas – Aldric dice a mi lado, con la misma frialdad y aspereza de siempre.
— Su majestad, por favor, disculpe, que no pude asistir a recibirlo personalmente, el Alfa no me había avisado de su llegada – ella da un paso adelante y hace una reverencia lamebotas delante de mi hombre.
— ¿Y usted es? – su majestad eleva una ceja interrogante.
— Soy por ahora la regenta en funciones, mi pequeño nieto es el futuro Alfa de la manada Bosque de Otoño, a la que se anexó esta pequeña manada, así que básicamente las administro a las dos – respondió y me quedé como en shock, ¿nieto, qué nieto si Dorian era su único hijo?
— Mira mi amor, saluda al Rey Lycan y a sus subordinados como te enseñé – de repente le pasan un niño pequeño de como dos años que carga en sus brazos y no puedo dar créditos a lo que veo, ¿de dónde salió ese pequeño que ahora está saludando a Aldric?
No puede ser que sea del infeliz de Dorian y Sophia, o de alguien más, es obvio que por la edad lo engendró estando aún casado conmigo.
La rabia se agita dentro de mi alma, tengo que aguantarme con todo para no transmitirle mis sentimientos turbulentos a Aldric.
— Ella es mi hembra, tu futura Reina, debes saludarla con respeto – Aldric me estrecha más la cintura, indicándole al niño que me llame también su majestad.
— Su majeshta la Reina bienve…Mm ¿cómo se decía esa palabra abuela? – se gira para preguntarle, vuelve a dedicarme el tierno saludo infantil y yo solo puedo mirar a sus ojos inocentes y sonreírle, aunque se me esté desgarrando el alma.
Sé que no tiene la culpa, nunca lo tomaría con una criatura, pero me duele tanto, porque mi hijo también podía estar grande, porque este cachorro es el fruto de esa traición tan dolorosa y seguro, esta vieja alcahueta sabía de su existencia.
— Muy bien, me gustan los cachorros así, educados, seguro vas a ser un excelente Alfa – Aldric le dice complacido, me he dado cuenta de que el Rey tiene debilidad por los cachorros pequeños.
Me tenso al escuchar eso, no pienso volver a ese horrible sitio y la verdad, tampoco pienso permitir que Aldric la apoye, lo lamento por el cachorro, pero si puedo influir para que a esa desgraciada la boten del poder a patadas, lo haré sin dudarlo.
— Gracias, su majestad, usted es el mejor líder, el mejor, Dorian aprende de su majestad – casi vomito al escucharla llamarlo así, le puso incluso el mismo nombre de su infame hijo.
Esa noche comimos una cena incómoda, pero ni siquiera la había bajado por mi garganta cuando uno de los centinelas vino corriendo a avisar que habían visto a una rara criatura en el bosque, parecía una vampira e incluso atacó a unas personas que iban pasando cerca.
Aldric enseguida se levantó de la mesa, de hecho todos lo hicimos.
— Quinn, cuídalas con tu vida, iré a investigar – Aldric le ordena saliendo al porche de la casa.
— Amor, no hagas imprudencias Valeria, cazaré a ese engendro y regresaré enseguida, ¿bien? – me acaricia el cabello y me besa la frente, asiento suspirando y luego lo veo irse con prisas, acompañado del Alfa y los centinelas.
Voy a girarme y de repente siento algo frío que cae en mi pecho.
— Su alteza, lo lamento, qué vergüenza, creo que estoy muy nerviosa con todo esto… déjeme le ayudo – era Anaís, mi ex suegrita con cara de falsa vergüenza después de haberme arrojado todo el vino a propósito.
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