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El Rey Lycan y su Oscura Tentación romance Capítulo 98

VALERIA

Me incorporé enseguida, pegándome al intrincado respaldar de acero tallado con rosas y hojas en negro que imitaban a un jardín.

Mis piernas encogidas protectoramente contra mi pecho, el tintineo de la gruesa cadena se escuchó en la habitación, al igual que sus pasos acercándose al borde de la inmensa cama.

Lo miré con algo de temor a medida que veía con mayor claridad su cabello oscuro como ébano, los ojos rojos como la sangre fresca y esa sonrisa cínica en sus finos labios.

— ¿Qué quieres de mí? – logré articular tragando, intentando ocultar el temblor en mis manos y mi voz.

Se sentó muy tranquilamente a mi lado, apartando a un lado la larga chaqueta negra con brocados dorados.

— Creo que sabes muy bien lo que deseo de ti, es increíble que te hayas escondido durante todos estos años – me dijo observándome curioso, su mano de repente fue hacia mi barbilla y por mucho que deseé escapar de su fuerte agarre no pude - ¿cómo lo hiciste?

Quería defenderme, convocar todo mi poder, transformarme y liberarme, pero por alguna razón mi cuerpo se sentía demasiado agotado, era como si toda mi energía estuviese siendo drenada poco a poco.

Ni siquiera la forma de loba era posible convocarla.

Se inclinó hacia delante encerrándome contra las almohadas, no podía dejar de ver a esos hipnóticos ojos crueles.

— No sé… no sé de qué me hablas…

— Está bien, ahora lo importante es que estás aquí, nunca imaginé que tú serías la clave - su aliento soplaba contra mis labios como un dulce hechizo - Te pareces tanto a ella, solo que tú eres la versión dulce e inocente, la gatita comparada con la tigresa.

— Tks, tks, tks cómo pudieron hacerle esto a un rostro tan bello, esas maldit0s salvajes bestias, ¿no quieres vengarte de ellos, cariño? ¿No quieres acabar con esa raza de atrasadas criaturas? Tú tienes el poder Valeria y yo puedo ayudarte a blandirlo.

Me preguntó casi en un susurro, poniendo ideas en mi mente, hurgando en mis memorias.

Su dedo acariciaba lentamente mi mejilla dañada y su boca se iba acercando cada vez a la mía.

Su olor dulce inundaba mi mente y confundía mis sentidos, no podía dejar de mirar a ese hermoso rostro, sentía su mano subir eróticamente por una de mis piernas, arrastrando consigo el blanco camisón de dormir que alguien me había puesto.

¿Qué me estaba pasando exactamente?

— ¿Qué me haces? – le pregunté luchando con todo por salir de ese trance, sus labios casi encima de los míos - ¡¿Sal de mi cabeza?!

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