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La Genio Anónima: Mi Esposo Firmó el Divorcio Sin Saber Quién Soy romance Capítulo 182

Un impulso ciego, una necesidad primordial que no podía nombrar, lo llevó a San Ángel.

Alejandro condujo por las calles empedradas, flanqueadas por altos muros cubiertos de buganvillas, hasta que llegó a la discreta casa de la abuela de Camila.

El portón de hierro forjado estaba entreabierto.

Se bajó del auto, sus pasos eran inciertos sobre el camino de piedra. El aire olía a tierra húmeda y a jazmín, un aroma que le era vagamente familiar, de un tiempo que parecía pertenecer a otra vida.

Entró en el jardín.

Y entonces, la vio.

La escena lo golpeó con la fuerza de un golpe físico, dejándolo sin aliento.

Camila estaba sentada en el césped, bajo la sombra moteada de un viejo fresno. Llevaba unos sencillos jeans y una blusa blanca, su cabello recogido en una coleta informal.

En su regazo, acurrucada, estaba Isa.

Le estaba leyendo un cuento, su voz era un murmullo suave y melódico que se mezclaba con el zumbido de las abejas.

La luz del sol de la tarde se filtraba a través de las hojas, bañándolas en una luz dorada y etérea.

Era una escena de paz absoluta. Un santuario.

Un paraíso del que él había sido expulsado.

Se quedó inmóvil, oculto a medias por un rosal, un intruso en su propia historia.

Observó cómo los dedos de Camila acariciaban el cabello de su hija mientras leía. Vio la pequeña sonrisa en los labios de Isa, completamente absorta en el cuento.

Eran un universo cerrado. Un círculo de amor perfecto del que él no formaba parte.

En ese momento, Isa levantó la vista.

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