CAPÍTULO 07
Miro de reojo a mis padres y paso saliva al sentir como el italiano baja sin descaro alguno la cremallera de su pantalón. Espabilo cuando mi mano siente lo caliente y suave de su enorme y descomunal miembro. Sergei sonríe como si nada estuviese pasando. Con su mano libre toma un poco de vino tinto mientras que le responde una pregunta al abuelo Miguel.
Hades juega con su hermano mayor mientras que Gabrielle y Artemisa hablan de un bolso nuevo que sacó una marca reconocida a nivel mundial. Prenso mi labio inferior y me agito al sentir como presiona mi mano sobre su polla haciendo que suba y baje con suavidad. El rubio se echa hacia adelante para bloquear la vista de todos con el mantel de la mesa.
—¿Te has vuelto loco? Si mi abuelo se da cuenta lo que estás haciendo, te va a meter un tiro en la cabeza…—aprieta mucho más mi muñeca sobre su pene duro y vibrante. El líquido que sale de su miembro recorre mi mano, lo observo tensar las piernas y la mandíbula quizás porque lo está disfrutando mucho más que yo. ¿Cómo es posible que ninguno de los presentes se esté dando cuenta de esto? El hombre se ojos azules baja su mano de la mesa para acariciar mis piernas desnudas. Me echo hacia un lado logrando que deje de tocarme. Cierro los ojos por un momento y vuelvo a abrirlos porque el movimiento se está volviendo más constante. Brinco y me zafó de él al sentir como se derrama sobre mis dedos.
—Te dije que nadie se daría cuenta…—imbécil.
—Ofrezco un brindis por Sergei Russo—se levanta el abuelo de la nada. Alexander y su esposa son los primeros en unirse a las locuras de mi abuelo. El resto de familia le siguen. El magnate se levanta con las piernas temblorosas y me gano la mirada de todos cuando soy la única que sigue sentada. Busco la servilleta de tela que está junto al plato de porcelana para limpiar mi mano, pero el idiota del italiano la toma primero que yo.
Le veo pasarme la copa. Muerdo mi mejilla interna, porque si hago un escándalo ahora lo más probable es que papá me envíe a Suiza y eso es lo último que quiero ahora. Inhalo hondo controlado mis impulsos. No puedo hacer nada mal en este instante ni mucho menos hacerle daño a este gilipollas, porque si me gano el reproche de Miguel, estoy acabada. Sonrío mostrando dientes con algo de falsedad. Lo que más odio en la vida es que me expongan de esta manera, pero como si masturbarse conmigo no fuese suficiente, toma mi mano con cara de satisfacción para colocar la copa de vino sobre esta llena de sus fluidos.
Todos chocan los cristales unos con otros, el líquido se escurre en mi brazo y es allí donde él interviene. Ahora agarra el trozo de tela para liberarme de esta pesadilla. Sus ojos están puestos sobre mí. Es como si quisiera desnudarme con la mirada. En ellos puedo ver la maldad hecho hombre y la lujuria hecha pesadilla. Porque eso es lo que es Sergei Russo; es un hombre que toma las cosas a su antojo en el justo instante en que lo quiere y nadie puede impedir que haga lo que desea. ¿Me estás mostrando tu poder? Chasqueo la lengua, porque sencillamente, estoy a punto de mostrarte el. Mío.
—Papá…—Akim se gira para verme—He conocido a un chico que me gusta mucho, pero me lleva quince años…—Sergei abre los ojos—Y estoy embarazada de él…—Miguel tira la copa de vino de su mano, mira a Victoria para comenzar a decir un montón de maldiciones y debo de mirar al suelo para no echarme a reír. Emilia sonríe como si mi mentira le alegrara y solo quiero recordar que esa bruja me debe una. Gabrielle intenta agarrar a su hermano ya que este está vuelto una fiera. Izan toma mi mano y me le quedo viendo con ternura como si yo de este necesitara algo. Me cruzo de brazos mirando el caos que he vuelto la cena de bienvenida del tío italiano.
Sandara corre hasta mí y bajo los hombros para que sepa, que no he hecho nada malo ¿O sí? Papá se suelta y mira a mi madre que llora a su lado. Miguel camina hasta donde estoy y me aniquila con la mirada—Tienes veinte años, Dara Smirnov, ese hombre se aprovechó de ti… Dime su nombre…—Sergei me mira y elevo la comisura de mis labios—¡¡DIME SU NOMBRE AHORA!!—grita con tanta fuerza logrando que me tape los odios. El abuelo agarra mi brazo y como puedo me suelto—¿Quién ha sido capaz de tocar a una de mis bebés? ¿Quién fue?—Victoria trata de calmarlo pero la hace a un lado—¡Pedro!—oh, carajo… —Pedro… Malditasea...—el hombre se confianza de la familia y majo derecha de mi abuelo llega corriendo al lugar algo agitado—Prepara mi camioneta y a mis hombres, iré a matar a un bastardo el día de hoy…
—Miguel…—intervine Sergei con el rostro pálido—¿Por qué no tratas de calmarte? Esto no le hace bien a tu corazón, además no es para tanto, ella es mayor de edad y…—lo empuja con su bastón y suelto a reír delante de todo el mundo.
Mamá me agarra las manos—¿Estás embarazada, Dara? Necesitas decirnos quién fue para que el abuelo y tu padre puedan hacer algo.—me suelto de su agarre mientras que me doy la vuelta tomando mis cosas. He dañado la cena de la familia y creo que mi broma ya fue suficiente.
Me coloco al lado del italiano y este traga seco, agarro su mano y la alzo, mamá frunce el ceño, el abuelo abre la boca y papá está listo para cometer una locura—Bienvenido a España, tío…—todos están esperando mi respuesta—Lamento lo que hice, pero así sonaría si alguna vez decido meterme con un hombre mayor…—Sergei me suelta y se desploma en la silla. Papá se coloca las manos sobre sus caderas y yo salgo dispara de allí antes de que me vaya peor.
Dara Smirnov 1 Sergei Russo 0
(***)
Anoche dormí demasiado tarde organizando los papeles necesarios para el nuevo producto de la compañía Smirnov. Tengo demasiadas llamadas perdidas de algunos miembros de la familia quizás para pedirme explicaciones por el comportamiento que tuve anoche. Me acuesto boca arriba sobre mi cama y alzo una de mis manos para simular que estoy tomando las estrellas que están en el techo de mi habitación. Sandara no vino a dormir anoche y temo que esté metida en algo raro con ese psicópata de apellido Ford. Me preparo algo de comer mientras ignoro la vibración de mi móvil. Me acerco cuando veo un número desconocido.
—¿Bueno?—contesto sin más—¿Bueno? ¡¿Le comió la lengua el ratón?—risas.
—¿Siempre eres así de amargada?—Sergei…—Necesito verte ahora mismo ¿Estás en tu apartamento?—suspira.



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Los comentarios de los lectores sobre la novela: Me perteneces, pequeña