La nueva mansión de la familia Campos en Bosques de las Lomas era un espectáculo de opulencia.
Mármol italiano, candelabros de cristal y un ejército de meseros con guantes blancos atendían a la flor y nata de la élite financiera que había acudido a celebrar.
La fiesta era oficialmente para inaugurar la casa, pero todo el mundo sabía el verdadero motivo: celebrar la "visión empresarial" de Valeria Campos.
Ella era el centro del universo esa noche.
Se movía por el salón, del brazo de un radiante Alejandro, aceptando felicitaciones y sonrisas obsequiosas.
En un momento dado, Luis Campos pidió silencio, golpeando una copa con un tenedor.
Valeria subió a un pequeño estrado improvisado, con Alejandro a su lado, su mano protectora en la espalda de ella.
—Gracias a todos por venir —comenzó, su voz era suave pero resonaba con una nueva confianza—. Hoy no solo celebramos una nueva casa, sino un nuevo futuro.
Miró directamente a Alejandro, sus ojos llenos de una adoración calculada.
—Un futuro que no sería posible sin la visión y el apoyo incondicional del hombre que está a mi lado. Gracias, Ale, por creer en mí.
Un aplauso educado recorrió la sala.
—Con la adquisición de InnovaDrive —continuó, su tono volviéndose más profesional—, Zenith Dynamics está preparada para liderar una nueva era en la tecnología de conducción. Una era de innovación, seguridad y, sobre todo, de resultados.
La pulla dirigida a Axon AI fue sutil, pero todos en la sala la entendieron.
La arrogancia era palpable.
Cuando terminó su discurso, Rodrigo Ibáñez fue el primero en levantar su copa.
Estaba de pie junto a su padre, Renzo, quien observaba la escena con una expresión neutral.
—¡Un brindis por Valeria! —exclamó Rodrigo, su voz era fuerte y un poco arrastrada por el champán.
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