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La Genio Anónima: Mi Esposo Firmó el Divorcio Sin Saber Quién Soy romance Capítulo 122

Era la víspera de Navidad. Las calles del centro de la Ciudad de México estaban adornadas con luces parpadeantes y el aire frío olía a canela y pino.

Camila caminaba sola entre la multitud, con las manos metidas en los bolsillos de su abrigo.

No se sentía festiva.

Cada villancico, cada familia riendo, era un recordatorio punzante de lo que había perdido. O de lo que, en realidad, nunca había tenido.

Recordó la Navidad pasada. Había pasado días decorando la mansión, horneando galletas, buscando el regalo perfecto para Isa.

Y Alejandro ni siquiera había vuelto a casa.

Se detuvo frente al escaparate de una juguetería, observando un tren eléctrico que daba vueltas sin cesar. El año anterior, Isa le había pedido uno igual.

Una ola de melancolía la invadió. A pesar de todo, extrañaba a su hija. Extrañaba su risa, su calor.

—¿Camila?

Se giró, sorprendida.

Gabriel Corcuera estaba de pie detrás de ella, con una bufanda elegante y una sonrisa amable.

—Qué coincidencia encontrarte aquí.

—Gabriel. Hola —respondió ella, forzando una pequeña sonrisa—. Solo estaba mirando.

—Es una noche preciosa —dijo él, mirando las luces—. Mi familia siempre viene al Zócalo para ver el encendido del árbol gigante. Pero este año he decidido saltarme el protocolo.

Su mirada era cálida, respetuosa.

—Están a punto de empezar los fuegos artificiales. ¿Te gustaría quedarte a verlos? Prometo que la vista desde aquí es perfecta.

Camila dudó por un momento. La idea de la compañía era... agradable.

—Me encantaría.

Capítulo 122 1

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