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La Genio Anónima: Mi Esposo Firmó el Divorcio Sin Saber Quién Soy romance Capítulo 124

Camila salió del centro comercial con un par de bolsas de compras en la mano, sintiéndose un poco más ligera. La terapia de compras no resolvía sus problemas, pero ofrecía una distracción bienvenida.

Mientras esperaba que el valet trajera su auto, su mirada se desvió hacia la acera de enfrente.

Valeria Campos y su hija, Isa, salían de una heladería. Isa llevaba un cono de helado de fresa casi tan grande como su cabeza y Valeria la seguía con una sonrisa indulgente.

Camila se quedó inmóvil, observándolas. Vio a Valeria limpiar una mancha de helado de la mejilla de Isa con una servilleta. Un gesto íntimo. Un gesto de madre.

No sintió dolor. Ni celos. Solo un profundo y agotador cansancio. Y quizás, una punzada de resentimiento. No hacia Valeria, sino hacia sí misma, por haber permitido que las cosas llegaran a ese punto.

Su expresión debió endurecerse, porque una voz arrogante la sacó de sus pensamientos.

—¿Disfrutando de la vista?

Rodrigo Ibáñez estaba de pie a su lado, con los brazos cruzados y una expresión de desprecio en el rostro. Había seguido su mirada.

—Vengo a advertirte, Elizalde.

Camila se giró lentamente para enfrentarlo, sin molestarse en ocultar su fastidio.

—¿Ah, sí?

—Sí. Sé lo que estás pensando. La ves a ella, tan feliz con la niña, y te mueres de envidia. Puedo ver el odio en tus ojos.

Se acercó un paso más, su voz bajó a un siseo amenazante.

—Pero te lo advierto, no te atrevas a hacerle daño. Valeria es una buena mujer. No tiene la culpa de que tu marido ya no te quiera. Si intentas algo, lo que sea, te juro que te arrepentirás.

Camila lo escuchó en silencio. Cuando terminó, una risa seca y sin humor escapó de sus labios.

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