La presentación de "Nexus" fue un éxito rotundo. Las acciones de Axon AI se dispararon y las ofertas de inversión inundaron la oficina de David Romero.
Pero en la mansión de la familia Campos, el ambiente era sombrío.
—¡Tenemos que hacer algo! —dijo Luis Campos, el padre de Valeria, golpeando la mesa con el puño—. ¡Esa mujer, Camila, nos ha humillado a todos! ¡Se está convirtiendo en una estrella!
—Su tecnología es la clave —añadió el primo de Valeria—. Si pudiéramos replicar el núcleo de "Nexus", podríamos aplastarla. Valeria, tienes que encontrar una manera. Usa a Alejandro.
Valeria, sentada en silencio, sentía el peso de las expectativas de su familia.
—No es tan simple —respondió, su voz era tensa—. Alejandro ya intentó conseguirme una reunión con el Dr. Reyes y fracasó. No puedo pedirle que me consiga secretos corporativos. Sería un suicidio para él.
—¡Entonces sé más lista! —insistió su padre—. ¡Encuentra una debilidad!
Camila no celebró el éxito. Pasó la noche en su oficina, trabajando sin descanso en la siguiente fase del proyecto, alimentada por la adrenalina y el café.
El sol de la mañana la encontró dormida sobre su escritorio, rodeada de documentos técnicos.
La despertó el sonido de su teléfono. Era Isa.
—Mami... ¿puedo ir a verte hoy?
La voz de su hija, pequeña y llena de anhelo, fue como una daga en su corazón.
Miró el mar de trabajo que la rodeaba. Tenía plazos que cumplir, un imperio que construir.
—Hoy no puedo, mi amor —dijo, su propia voz sonaba hueca y agotada—. Tengo... tengo demasiado trabajo. Lo siento.
—Pero... te extraño.
—Yo también te extraño, cariño. Más de lo que imaginas. Te prometo que te compensaré pronto.
Colgó el teléfono, sintiendo una oleada de culpa tan intensa que casi la ahoga.
Esa tarde, agotada, fue a casa de su abuela. Doña Inés la recibió con una sopa caliente y una mirada de preocupación.
—Isa se quedó contigo anoche.
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