La mañana siguiente a la traición de Miguel, el "Laboratorio Fantasma" de Axon AI fue convocado.
No hubo una reunión formal en una sala de juntas. En su lugar, Camila los reunió en el corazón de su dominio: la sala de servidores principal, un espacio frío y silencioso donde el único sonido era el zumbido de un poder inmenso.
Su equipo de élite, los cinco ingenieros que eran los guardianes de sus secretos más profundos, la esperaban de pie entre las hileras de máquinas parpadeantes.
No hubo saludos. No hubo formalidades. El aire estaba cargado de una urgencia eléctrica.
Camila se detuvo frente a ellos, su figura recortada contra las luces LED azules.
—Necesito una copia de "Cuántico".
Su voz era un susurro, pero resonó en el espacio silencioso con la fuerza de una orden de general.
El jefe del laboratorio, un hombre mayor llamado Ernesto, asintió.
—La versión estable, la 3.7, estará lista para ser clonada en una hora.
—No —dijo Camila, y sus ojos se encontraron con los de él—. No quiero la versión estable. La quiero envenenada.
Un murmullo de confusión recorrió al pequeño grupo.
—Quiero que parezca perfecta a primera vista —continuó, su voz era un hielo cortante—. Debe compilar sin errores. Debe pasar todas las pruebas de diagnóstico superficiales. Pero quiero que tenga una "bomba de tiempo" lógica incrustada en su núcleo.
Caminó lentamente frente a su equipo, su mente trabajando a una velocidad vertiginosa.
—Un fallo catastrófico. Una cascada de errores de sistema que se active solo bajo una condición muy específica.
Se detuvo y los miró.
—Quiero que se active bajo las condiciones de una demostración a gran escala. Cuando el sistema esté bajo la máxima presión, con múltiples entradas de datos en tiempo real y transmitiendo a una audiencia.
Ernesto la miraba, sus ojos se abrieron de par en par al comprender la diabólica elegancia del plan.
—Sería... un colapso total —dijo, casi con reverencia.
—Exactamente.
Pero Camila aún no había terminado.
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