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La Genio Anónima: Mi Esposo Firmó el Divorcio Sin Saber Quién Soy romance Capítulo 52

El gesto fue tan inesperado que la dejó sin aliento.

La yema de su pulgar era cálida contra su piel, borrando el rastro de la lágrima con una suavidad que no había sentido en años. La miró, sus ojos oscuros eran inescrutables en la penumbra de la habitación.

—Descansa —dijo él en voz baja—. Mañana hablaré con quien tenga que hablar.

Se apartó, rompiendo el frágil momento de contacto, y se dirigió hacia su lado de la cama.

Camila se quedó de pie, su corazón latiendo con una mezcla de shock y desconfianza. ¿Era una tregua? ¿O simplemente una estrategia para calmarla y sacarla de su oficina?

No lo sabía. Pero una cosa era segura: no iba a dormir en esa cama.

Sin decir una palabra, recogió una almohada y una manta del baúl a los pies de la cama.

—¿Qué haces? —preguntó Alejandro, observándola desde el otro lado de la habitación.

—Voy a dormir con Isa.

No esperó su respuesta. Salió del dormitorio principal y caminó por el pasillo silencioso hasta la habitación de su hija. Se acurrucó en la pequeña cama junto al cuerpo cálido de Isa, inhalando su aroma infantil.

Era el único lugar en esa casa inmensa donde aún se sentía segura.

Al día siguiente, la vida siguió con una normalidad casi surrealista. No se habló más del incidente de los vecinos. Camila se sumergió en el trabajo, las reuniones y los informes, usando la complejidad de los algoritmos para construir un muro alrededor de sus emociones.

Fue el miércoles por la tarde cuando el mundo exterior volvió a entrometerse. Estaba en medio de una sesión de codificación, tan concentrada que apenas notó que su teléfono sonaba.

Era Alejandro.

—¿Sí? —respondió, su tono era puramente profesional.

—Tienes que venir a casa.

La voz de él sonaba tensa, casi molesta.

Capítulo 52 1

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