VALERIA
El interior de la casita de madera era tan cálido como me imaginaba, lleno de flores y el olor intenso medicinal.
Había una mesa donde esa misteriosa mujer hacía un preparado con hojas, unas sillas a su alrededor y al fondo una chimenea con dos cómodas mecedoras llenas de cojines coloridos.
— Oh querida princesa, no te quedes ahí de pie tan rígida, siéntate en la mecedora, hablemos – me invitó y aunque con algo de recelos lo hice, mirando a mi alrededor con atención.
— Me dijeron que había una sola hechicera sanadora en el pueblo, ¿usted, por qué se esconde? Hay un niño inocente que necesita tratamiento y esa otra bruja no quiere atenderlo – no puedo evitar cuestionarla.
— Lo sé – responde suspirando, sin dejar de moler las hierbas en el mortero
— Este pueblo se llama así porque antes había aquí asentado un clan de Brujas Blancas. Nosotras somos principalmente sanadoras, respetuosas de las leyes naturales y de los designios de la Diosa, pero todo cambió cuando Gabrielle dejó de ser la monarca de este Reino.
Me mira de repente con ojos complicados y me entero de su boca cómo es la situación del Reino Oscuro, donde conviven principalmente los Vampiros y los Hechiceros.
El Rey Vampiro, muy a su conveniencia, comenzó a reprimir a las brujas, debían irse a registrar en un censo, para ser controladas, las que tenían demasiado poder de alguna manera eran eliminadas.
No se podía practicar la sanación libremente, solo la hechicera autorizada por el Reino podía curar a las personas en los pueblos y estas brujas controladas, solo eran espías de los vampiros en cada pueblo.
Si nacían brujas muy poderosas, o híbridos con mucha magia, los eliminaban desde la cuna. Todo lo que pasara por las manos de esas “sanadoras” que pudiese amenazar a los vampiros, era quitado del medio.
La cacería de brujas se llevó a cabo en el Reino, se ofrecía recompensas cuantiosas, sobre todo a quien delatara a una Bruja Blanca.
Quien comenzara a sanar a escondidas, era cazada como un animal y eliminada, ella y toda su familia.
— Han sido momentos oscuros para el Reino desde que tu madre no está, las Hechiceras Blancas somos las más poderosas, por eso el Rey Vampiro nos teme, por eso enseguida controló a las que se dejaron y a las otras, las apartó del camino – me dijo con tristeza y melancolía en la mirada, parece que ella también perdió a seres queridos.
— ¿Por qué me ayudas? Yo ando con el Rey Vampiro, él está aquí, en el pueblo, ¿acaso no lo sabes?
— Lo sé muy bien, sin embargo, nada puedo hacer yo sola contra él. Nunca podré olvidar la primera vez que vi a tu madre en la capital, tan hermosa, tan elevada e intocable – me dice caminando hacia la chimenea y tomando agua caliente de una olla para echarla en la taza que sostiene.
— Te pareces mucho a ella, pero no solo en lo físico – se gira y me mira, está parada frente a mí.
— Es esa luz en tus ojos de valentía y decisión, tienes el coraje que nos faltó a nosotras, si nos hubiésemos unido, nada de esto estaría sucediendo, se hubiesen salvado tantas vidas.
Se inclina para tomar mi mano y colocar la tasa con la infusión que desprende un delicioso aroma
— Estoy apostando por la próxima generación, Valeria Von Carlsein, por eso te ayudo. Esa magia que tienes adentro y me llamó, fue la misma que sentí en tu madre, no sé tu historia, ni por qué apareces ahora, ni siquiera sabía que existías, pero ahora que te conozco, tengo fe y esperanzas.
Me mira con intensidad y no sé qué responder a eso. Siento que todos de alguna manera están poniendo todas las expectativas en mí.
— Dame algo de tiempo para preparar la medicina de tu amiga, no te preocupes, este es un espacio mágico, aquí el tiempo es más lento que afuera, puedes descansar tranquila – y regresa a la mesa a continuar con sus preparaciones.
Ni siquiera ha visto a Celine, pero ya parece saber que tiene.
“Nana, ¿de verdad hablaste con esta mujer?”, pregunto, pero no obtengo respuestas y eso me inquieta.
No sé que tranquilidad hay aquí, una paz que comienza a adormecerme.
Ni siquiera me he tomado la infusión por miedo a que sea algún veneno, aun así, mis ojos comienzan a cerrarse como si tuviesen plomo y parece que caigo dormida.
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