REY VAMPIRO
Sabía que el desgraciado de Aldric era fuerte, pero el muy maldito me tuvo al borde de la muerte en varias ocasiones.
Incluso se atrevieron a atacarme juntos él y su mujercita, esa maldit4 defectuosa Selenia que ni un trabajo sencillo pudo hacerlo bien.
Me estaban agotando, la sangre de Gabrielle que había nutrido mis poderes lentamente todos estos años, estaba salvándome la vida, pero igual, ¡esas reservas de poder no eran inagotables!
Utilicé gran parte de ella curándome con rapidez, la pérdida de sangre era importante y debía acabar esta pelea de una vez.
Los idiotas que traje todos muertos, ¡esto era un desastre!
Ataqué de repente al Rey Lycan aprovechando la cercanía que él mismo creó con la idea de malherirlo lo suficiente como para volar hasta Valeria y tomarla de rehén.
Ella era mi boleto para salir de aquí y llevarme el inmenso poder que debía estar todavía en sus manos. Creía que aún podía arreglar las cosas.
Algo me inquietaba, mi sexto sentido me decía que debía escapar cuanto antes, así que cuando el idiota del Rey Lycan me lanzó por los aires vi la oportunidad de convertirme en niebla y fluir hasta Valeria para capturarla.
Sin embargo, cuando convoqué los poderes de Gabrielle dentro de mi cuerpo, haciendo fluir su líquido vital con el mío, no me respondió, lo traté una y otra vez sin respuesta.
Si antes estaba preocupado, ¡ahora estaba aterrado!
Caí en cuclillas en el suelo, apoyando la mano sobre la fría superficie, accionando mis piernas, listo para acabar rápido con mis planes, pero mis ojos chocaron de frente con unos pies femeninos descalzos.
Fui subiendo la mirada poco a poco por sus piernas expuestas, mientras un escalofrío recorría mi cuerpo entero, solo había sentido un miedo semejante frente a la presencia de una sola persona en mi vida y no podía ser ella, no podía, esto debía ser una ilusión…
— Hola, Kael, tanto tiempo sin vernos, ¿extrañaste a tu Reina? – era… era… ella… su hermoso rostro que del cual me enamoré en secreto, con una expresión cínica y cruel, su boca se reía, pero esa sonrisa asesina solo hacía temblar más mi corazón.
— Ga… Gabrielle… ¿Cómo? – las palabras se atascaron en mi garganta, mis ojos vagaban erráticos viendo la manera de escapar.
— Eso mismo me pregunto yo, Kael, ¿cómo pudiste hacerme esto?, ¿cómo pudiste hacerle eso a mi niña? – comenzó a caminar hacia mí, sus palabras destilaban todo el odio que me tenía.
Ella sabía la verdad, todas mis acciones habían sido descubiertas.
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