GABRIELLE
Maldici0n, es la hechicera blanca, pero acompañada del lycan. El rico olor a manzanas se filtra por mi nariz, impetuoso y dominante.
¿De qué manera puedo liberarme de este hombre tan tenaz?
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— Ayúdame a retirarle las vendas, ya la medicina que le puse debe haber hecho lo suyo…
— ¡Espera hechicera! – le tomo la mano casi por casualidad - ¿Acaso no puede hacer eso sola? Si no, espere a que venga mi hija u otra mujer que la ayude…
— Valeria está ocupada y también embarazada, ¿de verdad quieres darle más trabajo? ¿O que se angustie al verte herida? – su voz masculina firme me responde sin espacio a negarme.
Aprieto los labios contrariada, ciertamente no quiero darle más cargas a mi hija, pero ¿por qué esta incapaz bruja no puede hacerlo ella sola?, ¡es solo quitar un vendaje!
— Le permito acompañarme porque es su compañero, creo que es mejor que él conozca como atenderla – la hechicera me explica con respeto, pero firmeza.
Antes temblaban en mi presencia y ahora se prestan incluso para apoyar esta situación. Parece que todo el maldit0 reino ya sabe que tengo un mate.
— Hagan lo que deseen – al final cedo, no queriendo hacer una escena.
Siento que el edredón es retirado poco a poco y de repente me siento algo tímida.
Nunca he sido de ese tipo de mujer introvertida, sabía muy bien que despertaba la lujuria y el deseo en los hombres, esa pasión de una noche, sin compromisos, arrasadora y corta, siempre fue mi favorita.
Solo con mi anterior mate mantuve un amorío estable.
— Es así como se hace, retírale el resto en lo que preparo el baño de sanación.
Escucho alejarse los pasos de la mujer, entonces una presencia abrumadora que se inclina sobre mí, se siente cálida y protectora.
Sus manos son grandes y fuertes, sin embargo, me tocan las piernas y los brazos delicadamente, casi con miedo a romperme.
— Espera, si me guías puedo hacerlo sola – levanto mis manos llevándolas a la parte delantera de mi camisón de dormir, donde sus dedos están abriendo los botones de mi pecho.
Él toma mis manos, con las suyas por encima más grandes y sin soltarme, las lleva para comenzar a desnudarme, dejándome vulnerable a su mirada.
Ni siquiera sé cómo me veo, creo que parte de mi pecho también está herido, debo ser horrible.
Entonces una idea absurda pasa por mi mente, tengo que asquearlo, ¿quiere hacer su obra de caridad conmigo? Pues que la haga hasta vomitar.
— Estoy cansada, continúa tú solo – giro mi cabeza hacia un lado y le cedo el control que tanto desea.
Intento mantenerme tranquila, pero por alguna razón me estoy poniendo nerviosa, ¡maldici0n con este hombre!
Mi camisón es abierto y aprieto los dientes cuando sus nudillos rozan la punta de mis sensibles pezones en el movimiento de desvestirme.
Cada vez que tiene una oportunidad, sus dedos acarician en cada roce mi piel sana.
Baja la cabeza y su respiración caliente cae sobre mi estómago, escucho muy bien su corazón latir fuerte y rápido mientras baja la última barrera que me protege de sus ojos intensos.
— Eleva un poco las caderas – su voz ronca me ordena baja y seductora, me inclino hacia arriba para sentir como mi braga de algodón rueda por mis muslos y baja por mis piernas.
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